El pie diabético es una complicación frecuente derivada de la diabetes mellitus que afecta a la sensibilidad, la circulación y la capacidad de cicatrización en los pies. Un control adecuado, la detección temprana de síntomas y una correcta atención podológica son esenciales para prevenir lesiones, infecciones y úlceras que pueden comprometer la movilidad y la calidad de vida del paciente.
¿Qué es el pie diabético y por qué se produce?
El pie diabético es una alteración clínica que aparece como consecuencia de los efectos prolongados de la diabetes sobre los nervios y los vasos sanguíneos de los pies. La hiperglucemia mantenida en el tiempo puede dañar la sensibilidad (neuropatía periférica) y reducir el flujo sanguíneo (arteriopatía), dificultando la cicatrización y aumentando el riesgo de infecciones.
Estos cambios provocan que pequeñas heridas, rozaduras o cortes pasen inadvertidos y evolucionen hacia úlceras o infecciones más graves. Por ello, el pie diabético requiere un control médico y podológico continuo que permita detectar cualquier alteración a tiempo y prevenir complicaciones.
Síntomas del pie diabético que debes vigilar
Los síntomas del pie diabético pueden variar según el grado de afectación, pero suelen iniciarse con cambios sutiles que requieren una observación cuidadosa. La pérdida de sensibilidad en los pies es uno de los primeros signos, lo que hace que pequeñas heridas o rozaduras pasen desapercibidas. También pueden aparecer hormigueos, sensación de ardor o calambres, especialmente por la noche.
Otros síntomas frecuentes incluyen la




Prevención del pie diabético
La prevención es clave para reducir el riesgo de complicaciones en personas con diabetes. Adoptar hábitos de cuidado diario, revisar los pies de forma constante y recibir atención podológica profesional permite identificar problemas a tiempo y mantener la salud podal. A continuación te contamos cómo hacerlo:
Higiene y revisión diaria del pie
Es fundamental lavar los pies diariamente con agua tibia y jabón neutro, secándolos cuidadosamente, especialmente entre los dedos. La inspección diaria permite detectar cortes, rozaduras, cambios de color o cualquier signo de infección antes de que evolucionen a lesiones graves.
Elección del calzado adecuado
El calzado debe ajustarse correctamente, ofrecer soporte y evitar zonas de presión. Se recomienda evitar zapatos demasiado estrechos, con costuras internas duras o tacones altos, y optar por materiales transpirables que reduzcan la humedad y el riesgo de rozaduras.
Hidratación y cuidado de las uñas
Mantener la piel bien hidratada ayuda a prevenir grietas y descamación. Las uñas deben cortarse de forma recta y con cuidado, evitando profundizar en las esquinas para reducir la posibilidad de uñas encarnadas o traumatismo.
Cuándo acudir al podólogo
Se aconseja visitar al podólogo de manera regular para revisar la salud del pie, especialmente si se detectan heridas, callos, infecciones o cambios en la piel o uñas. La valoración profesional permite aplicar tratamientos podológicos adecuados y personalizados para cada paciente, evitando complicaciones más graves.
Tratamiento de úlceras y heridas en el pie diabético
El manejo adecuado de las úlceras en el pie diabético requiere una atención multidisciplinar, que combine cuidados médicos y podológicos. La detección temprana y el tratamiento especializado permiten evitar infecciones graves, reducir el riesgo de amputaciones y mejorar la cicatrización del tejido afectado.
Evaluación profesional y curas podológicas
El primer paso es una valoración clínica completa para determinar la profundidad, extensión y grado de infección de la herida. El podólogo realiza curas periódicas, elimina el tejido no viable y emplea apósitos específicos que favorecen la cicatrización en un entorno controlado y estéril.
Control de infecciones
La presencia de bacterias en la herida es una de las principales causas de complicación en el pie diabético. El tratamiento puede incluir antibióticos tópicos o sistémicos según la gravedad, además de una higiene rigurosa y el seguimiento estrecho por parte del equipo sanitario para evitar la diseminación de la infección.
Descarga de presión y protección de la zona
Es esencial reducir la presión sobre la zona ulcerada para permitir la regeneración del tejido. Se emplean dispositivos de descarga, plantillas personalizadas o calzado terapéutico diseñado para redistribuir el peso y evitar nuevos puntos de fricción o heridas.
Seguimiento médico y podológico continuo
El tratamiento del pie diabético no finaliza con la curación de la herida. Es necesario realizar controles periódicos para supervisar la evolución, ajustar el tratamiento y prevenir recaídas. El seguimiento conjunto entre médico, endocrino y podólogo garantiza un abordaje integral y una mejor calidad de vida para el paciente.
Importancia del control glucémico y la revisión podológica
El control adecuado de los niveles de glucosa en sangre es un factor determinante para prevenir las complicaciones del pie diabético. La hiperglucemia mantenida provoca daños progresivos en los nervios periféricos y en la circulación sanguínea, lo que reduce la sensibilidad y la capacidad de cicatrización. Mantener un equilibrio glucémico estable ayuda a conservar la integridad de los tejidos y a minimizar el riesgo de infecciones o úlceras.
Del mismo modo, las revisiones podológicas periódicas permiten detectar de forma temprana cualquier alteración de la piel, las uñas o la estructura del pie. La intervención preventiva del podólogo –mediante limpiezas, control de puntos de presión y educación en autocuidados– es fundamental para evitar lesiones que puedan derivar en complicaciones mayores. La combinación entre un buen control metabólico y una atención podológica continuada constituye la base del cuidado integral del pie diabético.
Consejos finales para mantener la salud del pie diabético
Sigue los siguientes consejos y conseguirás mantener la salud del pie diabético:
- Revisa tus pies a diario para detectar cortes, ampollas o cambios en la piel.
- Lava los pies con agua tibia y sécalos con cuidado, especialmente entre los dedos.
- Hidrata la piel a diario, evitando aplicar crema entre los espacios interdigitales.
- Corta las uñas de forma recta y no demasiado cortas para prevenir heridas.
- Utiliza siempre calzado cómodo, amplio y sin costuras internas que puedan rozar.
- Evita caminar descalzo, incluso dentro de casa, para reducir el riesgo de lesiones.
- Cambia los calcetines cada día y elige materiales transpirables, como el algodón.
- No intentes eliminar callos o durezas por tu cuenta: consulta siempre a un podólogo.
- Controla de forma regular tus niveles de glucosa en sangre.
- Programa revisiones periódicas con tu podólogo para mantener una buena salud del pie.